El sitio web oficial en Paraguay de la Sociedad Internacional de la Conciencia Krishna (ISKCON)
Karma
¿Alguna vez te has preguntado por qué le pasan cosas malas a la gente buena? ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué algunos días son maravillosos y otros tristes? Si Dios existe, ¿por qué no lo dice? La respuesta a todas estas preguntas es el karma.
El karma es uno de esos temas que mucha gente conoce, pero pocos comprenden sus complejidades. Literalmente, «karma» significa «actividad» y la ley del karma regula las reacciones a nuestras acciones. Si actuamos de forma buena o piadosa, cosechamos buenas reacciones. Si actuamos de forma impía, pecaminosa o destructiva, cosechamos malas reacciones en el futuro. La teología cristiana explica: «Lo que sembraste, así cosecharás», mientras que en física el karma se expresa mediante la Ley de Newton: «A cada acción le corresponde una reacción igual y opuesta».
Las reacciones kármicas no solo incluyen lo que nos sucede, sino que también determinan nuestra salud, riqueza, inteligencia, apariencia física y estatus social, así como nuestra personalidad e inclinaciones. Si bien tenemos cierto grado de libertad para elegir nuestras acciones actuales, nuestras decisiones se ven influenciadas por nuestra naturaleza o personalidad, que se ha desarrollado a partir de nuestras acciones anteriores.

Así, el karma nos encierra en un ciclo de acción y reacción. Mientras estemos en este ciclo, experimentaremos tanto felicidad como aflicción. Incluso si actuamos con piedad, nos destinamos a aceptar otro cuerpo material al morir para disfrutar de las reacciones a nuestras buenas acciones materiales. Mientras aceptemos un cuerpo material, no podremos evitar las miserias de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Afortunadamente, el karma es temporal. Podemos liberarnos de sus ataduras realizando actos espirituales al servicio de Krishna. Estos actos de devoción, o bhakti-yoga, purifican el alma y despiertan gradualmente nuestro conocimiento espiritual y amor innato por Krishna. Así, tanto nuestro karma como nuestro deseo arraigado de disfrutar de la vida en el mundo material ilusorio —la raíz de nuestra esclavitud— se destruyen.